ANATOMÍA PALPATORIA DE LA REGIÓN CERVICAL ALTA  - Fisico.TV

ANATOMÍA PALPATORIA DE LA REGIÓN CERVICAL ALTA 

En general, la anatomía palpatoria de la región cervical alta, al igual que la de otras regiones del cuerpo, depende de una serie de factores. Estos están relacionados con las características anatómicas de los pacientes y las capacidades del terapeuta.

Por un lado, la musculatura prominente, contracturas cervicales o la presencia de tejido adiposo dificultan en gran medida la localización de las estructuras. Incluso llegan a hacerla imposible en algunos casos.

Por otro lado, se tiende a pensar que es la falta de sensibilidad por parte del terapeuta lo que complica la localización. A pesar de ello, en general, es la falta del conocimiento de la anatomía la que hace imposible identificar las estructuras.

En estos últimos casos resulta muy recomendable la visualización de anatomía en disección. Esto nos va a ayudar enormemente en la práctica de la palpación.

Una vez vistas estas generalidades, comencemos con la anatomía palpatoria de la región cervical alta, la cual hemos dividido en tres superficies: anterior, posterior y lateral.

¿Qué vamos a encontrar en la superficie anterior?

En esta superficie vamos a encontrar, principalmente, dos estructuras: el hueso hioides y la escotadura esternal.

Hueso hioides

El hioides se sitúa a la altura de C3. Se localiza justo por encima del cartílago tiroides.

Para moverlo, lo agarramos en forma de pinza entre nuestros dedos índice y pulgar y lo desplazamos lateralmente. Al hacerlo, percibimos la eventual resistencia a nuestros desplazamientos.

Escotadura esternal

La escotadura esternal es fácilmente localizable en la base del cuello. De sus márgenes laterales parten las porciones esternales del musculo esternocleidooccipitomastoideo (ECOM).

¿Qué vamos a encontrar en la superficie posterior?

En este caso, partiremos de la parte alta, desde el occipital, para ir descendiendo y localizando las estructuras más importantes: la protuberancia occipital externa, la línea nucal superior, el tubérculo posterior del atlas, los cóndilos occipitales y la apófisis espinosa del axis.

Protuberancia occipital externa (POE)

Se localiza en la parte central de la línea nucal superior (aunque generalmente se utiliza para determinar la línea nucal, pues es más fácil de localizar que ella). Es un saliente prominente, más marcado generalmente en los hombres y que sirve de origen al ligamento nucal.

Desde el punto de vista osteopático, es importante reseñar que a la protuberancia occipital externa se le corresponde la protuberancia occipital interna. Este es el punto de confluencia de las membranas de tensión recíproca o membranas craneales (también llamado fulcro de Sutherland).

Línea nucal superior

Podemos localizarla partiendo de la protuberancia occipital externa y desplazándonos lateralmente. Esta suele describir una forma de dos arcos a los lados de esta protuberancia.

Tubérculo posterior del atlas                               

Regresamos a la protuberancia occipital externa y descendemos medialmente. El arco posterior del atlas puede ser difícilmente identificable en función de los pacientes.

Podemos utilizar como referencia la espinosa del axis. Desde esta última, ascendemos ligeramente y nos situamos sobre el arco posterior del atlas.

Cóndilos occipitales

Los cóndilos occipitales no son realmente palpables, pero podemos hacernos una idea mediante la palpación del arco posterior del atlas, cuando la musculatura se halla totalmente relajada.

Desde el tubérculo posterior del atlas situamos nuestros dedos 4º, 3º y 2º de medial a lateral y bilateralmente e impulsamos suavemente para valorar la resistencia al desplazamiento anterior.

Debido a que esta palpación se lleva a cabo a través de la musculatura suboccipital, se trata también de un buen medio para evaluar la hipertonía de la misma.

Apófisis espinosa del axis                                                           

Siguiendo los mismos pasos que para la localización del arco posterior del atlas, al descender sobre el ligamento nucal encontramos una superficie dura. Esta es la espinosa de axis.

¿Qué vamos a encontrar en la superficie lateral?

Una vez que hemos visto las superficies anterior y posterior, llega el turno de la lateral. En ella vamos a encontrar, principalmente, cuatro estructuras: la apófisis mastoides, la apófisis transversa del atlas, la rama descendente de la mandíbula y la articulación temporomandibular o ATM.

Apófisis mastoides

Retomando la palpación a lo largo de la línea nucal superior y desplazándonos lateralmente, nos encontramos con las apófisis mastoides.

Es aconsejable palparlas en todo su contorno e intentar identificar diferencias entre ambas.

Apófisis transversas del atlas

La palpación de las apófisis transversas del atlas no siempre es fácil. Una musculatura muy desarrollada o bien un exceso de tejido adiposo dificultan la localización de las mismas.

La mejor opción de localización es aquella en la que partimos de la palpación del tubérculo como orientación y nos dirigimos al ángulo de la mandíbula.

Eso sí, debemos de tener en cuenta que la transversa de atlas se sitúa por debajo y ligeramente delante del vértice de la mastoides, y no en la zona central del triángulo digástrico.

Por tanto, situando nuestro dedo índice o medio a lo largo de la mastoides y flexionando las articulaciones interfalángicas medial y distal de los mismos, podemos acceder a dichas estructuras.

Realizando inclinaciones laterales pasivas podemos percibir cómo esta se esconde debajo de la mastoides en la concavidad.

Rama descendente de la mandíbula

De fácil localización, la rama descendente de la  mandíbula se prolonga en sentido caudal y ligeramente ventral por delante y debajo del pabellón auricular.

Junto con el borde anterior de la apófisis mastoides forman el triángulo digástrico.

Articulación temporomandibular (ATM)

La articulación temporomandibular o ATM se encuentra justo delante del conducto auditivo externo. Si situamos nuestros dedos índices justo por delante de las orejas del paciente y le pedimos que abra la boca, percibiremos sin dudas el desplazamiento del cóndilo maxilar.

Debemos evaluar la sincronía y amplitud del movimiento de forma bilateral, así como los eventuales ruidos de la misma. De forma complementaria, podemos llevar a cabo la palpación introduciendo ligeramente la punta de nuestros dedos índices dentro del propio conducto auditivo y apoyándonos en la pared anterior de este.

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